losmacguffin
DESPROPÓSITOS DE AÑO NUEVO
Amanece en el hogar de los señores MacGuffin dándose ese fenómeno de las corrientes marinas en retroceso después de haber besado la orilla, o sea, con resaca.
La Nochevieja fue una guerra de risas entre amigos cercanos, una batalla de abrazos tras brindar por el Año Nuevo, una beligerante contienda de chistes y bromas, un duelo de miradas perdidas a última hora a resultas del estado etílico.
Atontados, apoltronados y amodorrados ven los saltos de esquí de Garnisch-Panterkirchen con estupor. Se dicen:
-Estos no salieron ayer o se tomaron un Ibuprofeno antes de dormir...
-Y vaya nombrecito tiene el pueblo ese, como para ponerlo en el GPS con todo el hachazo...
-Yo no sé cómo han llegado allí.
-Y qué ganas.
Cinco cafés después de esto, los MacGuffin siguen en el sofá pero comienza el concierto de Viena. Entre bostezos y cabezadas se lo tragan enterito hasta la Marcha Radetzky, con cuyo ritmo se despabilan para hacer la comida, algo ligero que entone el estómago.
-Cariño, quieres un caldito?
-Amor, échale pelotas.
-PUES UN CALDO Y NO SE HABLE MÁS!!!
El único motivo por el que se han despertado es para echarse una siesta de pijama y orinal. Tres horas más tarde, tras dormir a chorrobaba, la señora MacGuffin dice:
-Tenemos que hablar... te he hecho una lista de propósitos para el nuevo año...
-Pero...
-¡Ni pero ni pera! Vas a buscar un trabajo serio, decente y honrado; vas a perder peso en el gimnasio o pasando hambre, eso a mí me da igual; y, sobre todo, vas a dejar de fumar por lo civil o por lo criminal.
-Ay, amor, qué mono tengo de dejar de fumar.
-Pero si aún no has empezado.
-Ya, pero solo de pensarlo...
