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LOS MACGUFFIN O EL MATRIMONIO DE SCHRÖDINGER
Imaginemos que metemos a los MacGuffin en una casa sin nevera ni televisión. El primer resultado probable es que se pongan a discutir hasta matarse entre ellos; el segundo resultado probable es que se pongan a hacer el amor.
Hasta aquí todo es lógico. Al final del experimento encontraremos a los MacGuffin vivos o muertos. Hay un 50% de probabilidades de que suceda una cosa u otra. Pero el sexo cuántico o sexo mecánico o los asuntos de pareja desafían el sentido común.
Pero, de la misma manera que el fotón es onda y partícula, los MacGuffin son amor y odio. Es decir, pueden tomar varios caminos a la vez que no se excluyen, sino que se superponen.
Por lo que se matarán de aburrimiento y alcanzarán la petit mort. Ambas posibilidades se cumplirán de forma simultánea. Y es que, en el sexo mecánico, ambos acaban satisfechos e insatisfechos a la vez, y ambos son igual de reales. Hete aquí la paradoja.
¿Qué ha ocurrido? Si ambas posibilidades se cumplen y son reales, ¿por qué sólo vemos una? La explicación es que el experimento aplica leyes cuánticas y los MacGuffin no tienen ni puñetera idea de qué es eso.
Una curiosa característica del sexo cuántico es que el mero hecho de observar contamina el experimento y define una realidad frente a las demás. Einstein expresaba así su desconcierto: "¿quiere esto decir que la luna no está ahí cuando nadie la mira?"
La cuestión es que los MacGuffin están ahí aunque nadie les mire...
