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LOS MACGUFFIN SUEÑAN DE LA MANO
Los MacGuffin se pasan la mitad de la vida soñando dormidos y la otra mitad soñando despiertos. Y es que la vida es demasiado corta como para no perderla soñando.
Se puede soñar con tres cosas: lo probable, lo improbable y lo imposible dependiendo de la fuerza con la que se sueñe. Los MacGuffin, pues, sueñan a lo loco, aunque se puede soñar con pies de plomo, con prudencia, con precaución... ¡Pero qué síntoma de madurez y qué pena!
De entre las categorías de sueños los hay de tres tipos, a saber: estrambóticos, estrafalarios y rocambolescos. Esto sin perjuicio de que haya sueños de segunda mano, sueños de saldo y rebajas, sueños con taras, sueños de prestado e, incluso, sueños en usufructo. Pero todos los sueños son dulces porque si no serían pesadillas, y se dividen en blancos y morenos, dependiendo si son de remolacha o caña de azúcar.
Así, por ejemplo, soñar con ganar la lotería es un sueño común y ordinario, una vulgaridad. No obstante, los MacGuffin, de vez en cuando, juegan a este invento del demonio.
Hay sueños que se cuentan y otros que se comparten, y es que para conocer a una persona hay que saber qué piensa pero para conocerla en profundidad hay que saber qué sueña. Cuando dos personas son amantes se sueñan el uno al otro pero cuando se es pareja se sueña en conjunto, por lo que soñar es poner los cimientos para construir la casa por el tejado.
Y es que hay sueños de los que no deberíamos despertar jamás.
