Los MacGuffin siempre se levantan de buen humor pero luego se van encontrando gente y pasa lo que pasa, que ni les reconocen ni les felicitan por su trabajo sino todo lo contrario, es más, podrían poner una verdulería con los tomates que les tiran.
Pero los MacGuffin no tratan al público como si fueran idiotas porque para idiotas ya están ellos. Lo tratan desde todo el respeto que les permite su misantropía y les supone una mayoría de edad intelectual. Otra cosa es que el público no tenga ni puñetera idea de arte.
Y es que el público es un ente abstracto de lo más despreciable menos en este caso que se limita a amigos, familiares y algún alma penitente despistada.
Si Cleopatra se daba baños en leche burra y Adolf Hitler se daba baños de multitudes, los MacGuffin se dan baños de realidad cuando los únicos que les piden autógrafos son los escribas bancarios a la hora de pedir un crédito para llegar a fin de mes.
Es por esto que los MacGuffin le deben a su público no solo las fuerzas necesarias para seguir con su despropósito adelante sino alguna que otra púa económica.
Por esto y por cierto, estaremos firmando fotonovelas en la FNAC hasta que nos echen los de seguridad...
